¿Existe un movimiento feminista en Cuba?

Ser feminista implica cuestionar los sistemas de opresión basados en el género y actuar colectivamente en función de principios feministas

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A lo largo de la historia, el feminismo en Cuba ha experimentado diversas manifestaciones y concepciones que reflejan tanto los avances como los desafíos en la lucha por la equidad de género. No se puede preguntar simplemente si existe un movimiento feminista en Cuba, sin reconocer la pluralidad de feminismos que han surgido y evolucionado en el resto del mundo a lo largo del tiempo, con diversas agendas, respaldos teóricos y estrategias de movilización de base.

Los feminismos son un universo diverso y complejo que abarca una amplia gama de enfoques, desde los más radicales hasta los más moderados, desde los más inclusivos hasta los más hegemónicos. El feminismo cubano está influenciado por esa rica mezcla de ideologías y activismos.

La narrativa feminista en Cuba se ha construido a partir de luchas históricas e hitos significativos, pero también enfrenta el reto de mantenerse vigente y atender las necesidades inmediatas de las diversas expresiones de género. Sin embargo, es importante reconocer que la percepción de estos hitos puede variar dependiendo de quién cuente la historia y desde qué perspectiva lo haga. Esta riqueza contribuye al dinamismo y la adaptabilidad del movimiento, preparándolo para abordar más allá de las preocupaciones feministas tradicionales.

La narrativa feminista en Cuba enfrenta el reto de mantenerse vigente y atender las necesidades inmediatas de las diversas expresiones de género.

La composición feminista de Cuba es como un mapa vivo, constantemente remodelado por transformaciones que exigen fuertes líneas de fuerzas y empatías para discusiones más sustanciales contra adversarios que deberían ser comunes, como el capitalismo, el neoliberalismo, la migración y la violencia.

Por lo tanto, el feminismo cubano no puede ser evaluado únicamente con las métricas de los movimientos sociales occidentales; debe ser trazado desde una perspectiva descentralizada que reconozca las contribuciones de diversas regiones dentro de Cuba y su diáspora, así las intersecciones con otros movimientos y activismos, como el LGBTIQA+.

La diversidad que caracteriza al feminismo cubano lo podría situar dentro del espectro más amplio de los feminismos latinoamericanos, al nutrirse este de diversas vertientes y corrientes. La visibilidad de las contribuciones feministas cubanas está influenciada por la posición geopolítica de la Isla y las dinámicas de poder que determinan qué conocimientos circulan. Desde una óptica geopolítica, considerando el sur global como un espacio donde han circulado ideas y prácticas feministas, podemos afirmar que sí existe un feminismo cubano.

Somo herederos de una larga historia de lucha feminista, aunque durante algún tiempo después de 1959, el feminismo fue desacreditado y asociado con corrientes burguesas. Desde la Revolución, se han logrado avances significativos en términos de acceso a la educación y la participación política de las mujeres. Sin embargo, siempre persistieron —y persisten— desafíos relacionados con la violencia de género, la representación en puestos de liderazgo y la persistencia de estereotipos de género arraigados en la sociedad cubana.

Constituyen importantes obstáculos la escasez de canales fluidos entre la sociedad política, la sociedad civil y el mundo académico, y que la propia Federación de Mujeres Cubanas —única organización de su tipo reconocida por el Gobierno— haya optado durante mucho tiempo por desalentar el feminismo como salida política-social contra el patriarcado, legitimado la criminalización del activismo feminista independiente, y evadido posicionarse desde un enfoque abiertamente feminista en los espacios de poder en los que participa —como el Parlamento.

Constituyen importantes obstáculos la escasez de canales fluidos entre la sociedad política, la sociedad civil y el mundo académico.

Los principios tradicionales de los espacios institucionales creados para defender a las mujeres cubanas por lo general no conciben la lucha por la igualdad como un problema de género, sino más bien como una lucha social más. Han sido criticados por su eficacia y autonomía, al no abordar adecuadamente las múltiples opresiones a las que se enfrentan las mujeres, lo cual cuestiona su papel como agente de cambio social. A pesar de ese intento de silenciamiento de los feminismos en Cuba, en la actualidad, hay un creciente interés en ellos. La migración de activistas y pensadoras feministas tanto dentro como fuera del país también ha enriquecido el movimiento.  

A pesar de esto, algunas formas de feminismo en Cuba, como lo es el feminismo neoliberal, —teoría que se quiere enmarcar dentro del movimiento feminista y que tiene que ver con cuestiones a título individual— siguen perpetuando las normas patriarcales. Las mujeres «más ricas pagan a las más pobres» y justifican una cuestión estructural bajo una falsa libertad de elección. Este feminismo somete a unas mujeres para que otras salgan adelante, las que nunca se verán en la situación de aceptar trabajos precarios, emigrar, prostituirse o ser vientre de alquiler para poder comer.

Sin reconocimiento del Estado

Al abordar cuestiones críticas como el establecimiento de un movimiento, la amalgama de objetivos compartidos entre las corrientes feministas y la creación de una red cohesiva de activismo feminista en Cuba parecen vitales, aunque siguen en proceso. La presencia de individuos y principios feministas es clara; sin embargo, la cohesión estructural y el reconocimiento estatal que caracterizan a un «movimiento» organizado en el sentido tradicional están ausentes. La falta de reconocimiento por parte del Estado obstaculiza el alcance y la influencia potenciales de estos movimientos, lo que subraya la necesidad de apoyo jurídico y mejor organización.

Si bien existe una constelación de actores e iniciativas feministas, sus diferentes niveles de reconocimiento institucional y funcionamiento sugieren un movimiento aún fragmentado que subraya la acuciante necesidad de que las feministas cubanas definan una agenda política clara, crucial para el reconocimiento estatal y la formulación de propuestas de políticas que puedan ser escuchadas por el Estado y ayuden a llenar los múltiples vacíos aún existente en materia jurídica e institucional que siguen costando vidas.

Si bien existe una constelación de actores e iniciativas feministas, sus diferentes niveles de reconocimiento institucional y funcionamiento sugieren un movimiento aún fragmentado.

Entre los reclamos que se han planteado la demanda de reconocimiento no ha sido uno de los más destacados. Esta omisión se debe en gran medida a la falta de legitimación y a la criminalización del activismo feminista independiente. El Estado, no solo ataca a las feministas que deciden disentir abiertamente de sus políticas, sino que también niega su existencia, lo cual limita severamente su capacidad de acción y alcance. Por tanto, es imperativo que el Estado reconozca y respalde el trabajo de todas las feministas cubanas, brindándoles un marco legal que les permita trabajar de manera más efectiva.

El reconocimiento por parte del Estado es crucial, pero también depende en gran medida de la capacidad de las feministas cubanas para organizarse y definir claramente sus objetivos políticos. Lograr esta organización es difícil, pues, además de la ya mencionada falta de libertades civiles y el control del gobierno sobre la sociedad, afecta significativamente la influencia de agendas externas que ha moldeado en cierta medida las preocupaciones feministas en el país. Es necesario establecer un propósito común y trabajar en base a él.

Desafíos y perspectivas ante la diversidad

La tensión interna dentro de los movimientos no es infrecuente. Estos retos no son exclusivos de Cuba, sino que reflejan el discurso feminista global, donde la diversidad de pensamiento, referentes, visiones y estrategias, a la vez que enriquece, obstaculiza los esfuerzos de colaboración.

En respuesta a los retos mencionados, el feminismo decolonial y transversal propone soluciones prometedoras. Estos enfoques abarcan la interseccionalidad de género, raza, clase y sexualidad, al tiempo que cuestionan las estructuras de poder establecidas. Abogan, asimismo, por integrar las perspectivas de género en todas las facetas de la sociedad y reconoce la interconexión de las desigualdades de género con otras formas de opresión.

Es importante desafiar la idea de que el feminismo está exclusivamente asociado a las mujeres. Ser feminista implica cuestionar los sistemas de opresión basados en el género y actuar colectivamente en función de principios feministas. Este posicionamiento político trasciende las categorías de género y se basa en una práctica propositiva y transformadora.

Es importante desafiar la idea de que el feminismo está exclusivamente asociado a las mujeres. Ser feminista implica cuestionar los sistemas de opresión.

Para lograr una mejor articulación entre los grupos feministas cubanos, es fundamental adoptar enfoques descolonizadores y transversales que reconozcan las intersecciones de opresión y privilegio. El feminismo decolonial y transversal ofrece herramientas conceptuales y metodológicas para abordar las complejidades de la lucha feminista en contextos como el cubano, donde convergen múltiples formas de discriminación y exclusión.

Pero en la práctica no basta solo con adoptar estas perspectivas. Implica escuchar activamente a las personas marginalizadas para comprender sus experiencias únicas y necesidades. También significa adoptar una política de tolerancia cero hacia el racismo, la homofobia, la transfobia, y otras formas de discriminación. Los grupos de feministas cubanas debemos examinar críticamente nuestras propias prácticas para identificar barreras para la participación de mujeres de diversos orígenes. Esto puede significar revisar los temas en la agenda, el lenguaje que utilizan y los procesos de tomas de decisiones.

La adopción de un enfoque feminista decolonial y transversal puede aumentar la coherencia entre los diversos grupos feministas de la Isla. Esta evolución refleja la comprensión del feminismo, no como un concepto estático, sino como un conjunto de ideas y prácticas en constante transformación que deben adaptarse a las realidades sociales y políticas del espacio donde operan.

Es necesario considerar los contextos locales y evitar medir el feminismo cubano con solo parámetros occidentales de progreso. El movimiento ha sido y debe continuar siendo, moldeado por las temporalidades y lógicas cubanas más que por presiones o comparaciones externas.

Es necesario considerar los contextos locales y evitar medir el feminismo cubano con solo parámetros occidentales de progreso.

La realidad de la Cuba actual —con sus desigualdades exacerbadas, la violencia de género, la estratificación social y una floreciente élite empresarial privada y estatal— plantea nuevos retos y contextos que los grupos feministas deben navegar y abordar.

Si bien se han logrado avances en términos legales y políticos, estos derechos pueden estar siendo erosionados en la práctica. La falta de implementación efectiva de políticas de género y la persistencia de la violencia machista son indicadores de los desafíos pendientes en la lucha por la igualdad de género en Cuba.

La creciente visibilización de las demandas feministas a nivel global, junto con los cambios en las dinámicas sociales y políticas a nivel nacional, plantean la posibilidad de transformaciones significativas en la agenda feminista cubana. Sin embargo, también persisten amenazas como la represión estatal y la resistencia a los cambios por parte de sectores conservadores tanto dentro del gobierno como en la oposición.

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El feminismo cubano debe examinar no solo los asuntos de las mujeres, sino que debe cuestionar quién cuenta como humano y desafiar la estratificación social de todos los seres, remodelando así el discurso feminista para que sea más inclusivo y menos reductivo.

La afirmación de la existencia de un movimiento feminista cubano depende de cómo definamos este movimiento y desde dónde lo observemos. El futuro de este depende de la capacidad del colectivo para navegar por las complejas dinámicas internas, superar las presiones externas y continuar articulando sus ricas y diversas perspectivas en el escenario global.

1 COMENTARIO

  1. Este artículo me parece escrito por por una representante de la FMC o cualquier otra organización de masas. Me disgusta la posición a favor del feminismo en detrimento de la familia tradicional.

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Laura Vargas
Laura Vargas

(Luyanó, La Habana, 1994) Activista feminista. Collagera por vocación. Licenciada en Gestión del Patrimonio Cultural por la Universidad de La Habana. Ha colaborado con distintas publicaciones como la revista Subalternas, Alas Tensas, El Toque, Oncuba, Cuba Study Group y con proyectos como Casa Palanca

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