Colegios Médicos, reclamos de justicia en una carta bayamesa

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En la tarde del 18 de enero de 2024 se conoció a través de medios no estatales, la noticia de la sanción a cinco de los seis médicos de Bayamo involucrados en un caso de fallecimiento de un paciente por presunta mala praxis por, el 17 de diciembre de 2021. El proceso culminó con penas que varían de uno a tres años de reclusión domiciliaria. 

Más allá del debate ético, médico, legal y político que envuelve el caso, uno de los resultados derivados de la decisión final ha sido la conformación de tres cartas por parte de los sancionados y los colegas bayameses que se oponen a tamaña injusticia. Una de ellas hace una certera —y curiosa— petición: «Por este medio solicitamos a usted [Miguel Díaz-Canel] como máximo representante de nuestro país, la discusión en el Consejo de Ministros para aprobar la creación de los Colegios Médicos en Cuba (…)».

Qué se entiende por colegios médicos

Los Colegios Médicos (CM) son corporaciones de derecho público, con estructura democráticamente constituida, de carácter representativo, con personalidad jurídica propia e independientes de la administración del Estado, de la que no forman parte integrante, sin perjuicio de las relaciones de derecho público que legalmente existan entre ambos.

Estas organizaciones representan, no al gremio médico, sino a las especialidades fundamentales en el funcionamiento del sistema sanitario de un país. Son titulares de toda clase de derechos, con la posibilidad de ejecutar o soportar cualquier acción judicial, reclamación o recurso en todas las vías y jurisdicciones, civil, penal, laboral y económico-administrativa e incluso los recursos extraordinarios de revisión y casación en el ámbito de su competencia.

Los CM comúnmente están dirigidos por un Consejo General como órgano coordinador, cuyas decisiones, cargos y presupuesto deben decidirse de forma asamblearia, porque la acción de la junta de gobierno representa a toda la profesión en un determinado ámbito.

Muchas son las funciones de un Colegio: en primer lugar defienden y salvaguardan la legalidad del ejercicio de la Medicina, los principios deontológicos y éticos de la profesión, cuya actuación debe estar respaldada por un código de estricto cumplimiento.

Son una comunidad que simboliza y aglutina a todos los profesionales sanitarios de una especialidad determinada y reciben protección a cambio del cumplimiento de una serie de deberes. Tienen la potestad de sancionar en caso de mala praxis y de regular la matrícula profesional. Asimismo, deben velar por el nivel científico, cultural, social y económico de sus profesionales; lidiar directamente con los poderes públicos para velar por la consecución del derecho a la protección de la salud de cada ciudadano; fiscalizar cada una de las decisiones que las autoridades tomen y que afecten a los profesionales de la salud; brindar asesoramiento legal, jurídico y fiscal a sus colegiados; cooperar en la elaboración de los planes de estudio de las ciencias médicas y la continua formación de los posgraduados, y participar en la creación y aprobación de leyes, al igual que en su ejecución. En adición, son los responsables inmediatos de velar por la dignidad de sus especialistas.

La institución debe definir una serie de objetivos para que todos los profesionales puedan ejercer correctamente y en la misma dirección. De esta manera, se mejora y garantiza un ejercicio médico de calidad cumpliendo garantías básicas, tanto para el médico como para el paciente.

Uno pensaría entonces en las similitudes con los sindicatos que ya tenemos en Cuba. Sin embargo, los usos y razones son bastantes diferentes. El devenir histórico de los gremios sanitarios se puede leer con dos grandes tendencias: la transformación de Sindicato a Colegio y viceversa. Esto ocurrió a partir de que el estamento médico fuera invadido por las disposiciones políticas y económicas europeas, sobre todo con el surgimiento a finales del S XIX de los Seguros Sociales y la creación del «paciente colectivo», que desplaza las necesidades estandarizadas del individuo. Para ese momento se hizo cada vez más necesaria la asociación profesional, ya sea del tipo corporativo —como la colegiatura—, como del tipo sindical, en principio, para balancear el enfrentamiento de las entidades privadas y públicas, y manejar el ejercicio ético de la profesión. Surge así el «tercer eslabón garantizador», con el que había que debatir retribución económica, condiciones sanitarias, licenciaturas y leyes.

En la actualidad coexisten de forma armónica organizaciones profesionales médicas colegiales y sindicales. En algunos países, como España, Italia, Bélgica y Francia el deslinde de competencias ha estado bastante definido, aunque no es estricto: los Colegios Médicos se encargan de la actividad ética y disciplinaria de ordenación de la profesión, y las organizaciones sindicales responden por la actividad reivindicativa y negociadora de los aspectos laborales, aunque ambos intervengan, al menos indirectamente, en las actividades del otro como forma de balance y fiscalización. A pesar de ello, la actualidad de estas organizaciones es la mutualidad, el trabajo en conjunto y, muchas veces, la total fusión de sus deberes y derechos.

Los CM, por su carácter público, incluyen obligatoriamente a todos los profesionales habilitados para el ejercicio de su carrera. Las organizaciones sindicales, por otra parte, agrupan exclusivamente a quienes de forma voluntaria se afilian a las mismas, usualmente con afinidades políticas, y representan tan solo a sus afiliados, variando en dependencia del contexto y en función del colectivo. Cuando se trata de reivindicaciones o negociaciones de cualquier clase, que desborde el ámbito laboral —y no profesional, aunque muchas veces van ligados—, son los Colegios Médicos los que ostentan la legitimación activa. La fragmentación sindical y su base voluntaria hacen necesaria la coexistencia con la organización colegial.

La colegiatura en Cuba

El primer Colegio Médico en Cuba se fundó en Cárdenas, en los años republicanos, como consecuencia natural del Centro Médico Farmacéutico de Cárdenas, una pequeña asociación que fue intervenida por las autoridades locales y, como forma de resistencia, se unieron en frente común y no solo lograron conformar el primer Colegio de la Isla, sino que pujaron para la creación del Colegio Médico Nacional. Si bien no lograron cumplir su cometido, dieron un paso importante para que en 1926 se fundara la Federación Médica de Cuba.

No fue hasta 1945 que se dictó un decreto presidencial para la colegiación obligatoria de todo profesional universitario y entonces sí, a partir de ese año, la Federación pasó a abanderarse como Colegio Médico Nacional. Al triunfo de la revolución cubana esta era, sin lugar a dudas, la institución gremial más prestigiosa en Cuba. Tenía registrado 6406 médicos en todo el país; solo en la capital más de 3000 de sus miembros formaban parte del Colegio Municipal de La Habana, que era el más numeroso e importante.

Por otro lado, esta institución respondía de manera eficaz a los intereses de los médicos cubanos, en tanto que enfrentó al gobierno de Batista en su intento de establecer un ilegítimo seguro obligatorio de enfermedad, participó en los congresos de la Asociación Médica Mundial en los años 1957 y 1958, y promovió una declaración condenatoria al régimen dictatorial por la continua violación de los derechos ciudadanos.

Tan pronto como en julio de 1959, se cambia el nombre de la organización por el de Ministerio de Salubridad y Asistencia Hospitalaria, y en enero de 1960, por el que mantiene hasta la actualidad, de Ministerio de Salud Pública, como resultado de no pocos conflictos internos que bien valdrían varios artículos aparte.

¿Cómo podría convivir, en un futuro hipotético, el Consejo General de Colegios Médicos y el Ministerio de Salud Pública?

El Consejo General de Colegios Médicos se relacionaría con la Administración del Estado a través del Ministerio de Salud Pública. Así informaría preceptivamente sobre los proyectos de Ley o disposiciones de cualquier rango que se refieran a las condiciones generales de las funciones profesionales. Los presidentes y vicepresidentes del Consejo General y de los Colegios Médicos tendrían la condición de autoridad en el ámbito corporativo y en el ejercicio de las funciones que les están encomendadas, y estarían destinados a colaborar en la realización del bien común, gozarían del amparo de la Ley y del reconocimiento por parte del Estado.

Si bien para ello se necesita en Cuba una Ley que respalde y proteja la asociatividad, con todo lo que ello implica políticamente, la colegiatura sería la solución inmediata e ideal para lograr un frente común profesional que vele por los intereses propios, tanto del gremio como del ciudadano, y su pleno derecho a la salud pública.

Fiscalizar las disposiciones del presupuesto dedicado al sector sería un buen inicio, reclamar al Estado sus obligaciones según la nueva Ley de Salud Pública, velar por el estricto cumplimiento de los procesos legales que regulan el ejercicio de la Medicina y devolver condiciones dignas de trabajo a los profesionales cubanos. Tal vez este sería un buen primer paso al reconocimiento, incluso pudiera despertar del letargo nacional a tantos profesionales de alta valía que brindan sus servicios a sistemas sanitarios no cubanos.

Nutrir la idea de un Colegio Médico a partir del irregular ejercicio de poder ejercido contra los médicos cirujanos del Hospital Carlos Manuel de Céspedes en Bayamo es un argumento sólido a presentar a las instancias gubernamentales, que muy probablemente no cedan a la idea, pero bien puede marcar un precedente en debates que reclaman nuestros esfuerzos con urgencia.

2 COMENTARIOS

  1. Este artículo tiene errores groseros: los colegios médicos no se agrupan por especialidades, comprenden a todos los médicos una vez graduados. Otro: El colegio médico de Cuba no se convirtió en ministerio de salud pública, simplemente se disolvió, a sugerencia de Fidel , siendo entonces el Dr Gavalda su presidente. Se creó luego un Consejo Científico para asumir algunas de sus funciones. El ministerio de salubridad existía desde q nació la República. Quizás la confusión haya surgido porque la actual sede del Ministerio radica en edificio q era propiedad, y sede, del Colegio Médico

  2. Si, José tiene razón los colegios médicos no se dividen por especialidades agrupan a todos los médicos, las especialidades se agrupan en sociedades que es otro tema y por lo general los dentistas van a parte con su propio colegio

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Adriana Fonte Preciado
Adriana Fonte Preciado
Graduada de Medicina por la Universidad de Ciencias Médicas de La Habana. Escritora. Colabora con medios de prensa independiente

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