Para superar este empobrecimiento generalizado es preciso que se asuma un proyecto de país genuinamente popular y nacional, no oligárquico y antinacional.
¿Por qué no probar con la cooperativa obrera y la inversión del capital extranjero de origen cubano antes de seguir privatizando a dedo, como dicta el recetario ruso?
¿Si el socialismo nunca se ha construido, entonces lo que hemos vivido los cubanos por cuatro generaciones es como El cuento de nunca empezar, de Joaquín Sabina?
Rusia no es un modelo deseable para Cuba si el objetivo fundamental es iniciar una senda de desarrollo económico y social, y no conservar el autoritarismo a toda costa.