Ecos cubanos de objetividad tras Panamericanos de Santiago de Chile

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Todavía la estela de rendimientos dejada por los deportistas de Cuba en los Juegos Panamericanos de Santiago de Chile suscita análisis, con polémicas avivadas y embestidas parcializadas que no colocan en su justa medida todas las variables que incidieron en el desempeño de los deportistas, quienes en definitiva materializaron el quinto puesto del medallero con 30 oros, 22 platas y 17 bronces.

Desde la perspectiva de este cronista, lo primero es reconocer que el deporte cubano atraviesa por uno de sus momentos de crisis más complicados desde el 1ro de enero de 1959, y los resultados alcanzados en la capital chilena no hicieron más que corroborar esa afirmación.

Por primera vez desde la edición de Winnipeg 1967 se alcanzó un global de preseas inferiores a las 70, específicamente 69. También se descendió en 31 metales con respecto a la versión precedente de Lima 2019 (33-28-39); al tiempo que en el nuevo milenio, salvo las 97 preseas de Toronto 2015, nunca una delegación de la Isla había rendido para menos de un centenar.

Las estadísticas corroboran un descenso escalonado en materia de títulos: 72 en Santo Domingo 2003; Río de Janeiro 2007 los fijó en 59; Guadalajara cuatro años más tarde los vio culminar con 58; fueron 36 en la capital canadiense, pasando a 33 en tierras del Cuzco y cerrando con los 30 de ahora. Si bien este resultado sobrecumplió el pronóstico precompetencia lanzado por los expertos del Instituto Nacional de Deportes (Inder) –conservador reitero–, prácticamente situó a Cuba a la par de Cali 1971, cuando con foja de 30-49-26 asumimos la condición de segunda potencia deportiva de América.

Ahora en Chile, los atletas de la mayor de las Antillas regalaron a la afición amante del músculo destellos de ese anterior poderío, aferrados al espíritu de lucha y al gen de alta competitividad que caracteriza al cubano, y a los vestigios de una tradición sólida expresada en talento, saberes, estructura de formación, desarrollo y competición (denominada pirámide).

Las mejores sensaciones corrieron a cargo de varias de las disciplinas que históricamente han llevado «la voz cantante» en cuanto a performances destacados, como lucha (8-5-3), atletismo (7-6-5) y judo (6-0-1).

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La debutante Idelannis Gómez (70 kg) impuso la estirpe de las judocas cubanas ante oponentes de mayor palmarés internacional. Foto: Prensa Latina

Los judocas Idelannis Gómez y Andy Granda, la velocista Yunisleidy de la Caridad García, la luchadora Yusneilys Guzmán, los tenimesistas Jorge Moisés Campos, Daniela Fonseca y Andy Pereira, las postas atléticas femeninas del 4×100 y 4×400, y otros que deleitaron con sus actuaciones, han quedado en el imaginario popular cubano.

Mientras, en el plano opuesto puede colocarse al boxeo, no solo por caer en seis vellocinos sino por la forma en que lo hicieron algunos miembros de la escuadra, incluso con la clasificación olímpica en juego. Tiro deportivo, remo, (amén de la gloria del ocho con timonel) y esgrima fueron otras disciplinas que mermaron en sus rendimientos; en tanto, el tenis de mesa –uno de los mejores ejemplos de trabajo sólido pese a un sinnúmero de adversidades– y el levantamiento de pesas respiraban bocanadas de aire victorioso.

Para tener una idea más exacta, y según datos aportados por el colega Aliet Arzola, entre el tiro con arco, la pelota vasca, el ciclismo (pista y ruta), el clavado, la esgrima, la gimnasia (artística y rítmica), la natación, el kárate y el taekwondo, se repartieron 140 títulos y los representantes cubanos no pudieron colgarse ninguno.

Luego de este aterrizaje en contexto, toca profundizar en algunos elementos de incidencia que este periodista considera no deben subestimarse.

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Los tenimesistas Daniela Fonseca y Jorge Moisés Campos, con su oro del doble mixto, fueron dos de los seis deportistas cubanos clasificados a París 2024 en Santiago de Chile. Foto: olympics.com

Deportivos

 Cuba y sus deportistas llegaron a Santiago de Chile después de un largo bregar en 2023, que incluyó la puesta en forma para los Juegos Centroamericanos y del Caribe de San Salvador, circuitos ligueros, temporadas de verano en muchas disciplinas, mundiales anteriores al año olímpico en la mayoría de las especialidades y Panamericanos en una fecha atípica, al punto de que muchas de las principales cartas de triunfo de numerosas naciones del continente declinaron de participar.

Dicho esto, y como es lógico, los entrys de no pocas especialidades carecieron del poder de fuego que pudieron exhibir en toda su dimensión; en tanto, el esfuerzo de todos los ases antillanos debió multiplicarse en tiempo y en planificación de la estructura preparatoria para llegar en las mejores condiciones posibles. Es oportuno añadir que aún sin sonar el silbatazo inicial, se partía en desventaja con respecto a otras naciones, por concursar en 225 de las 425 pruebas convocadas, y más del 60% de sus 365 efectivos en calidad de debutantes.

A propósito, 43 de esos talentos noveles contribuyeron a la causa cubana del medallero, contándose entre las más connotadas las coronas de la judoca Idelannis Gómez y la velocista Yunisleidy de la Caridad García.

A estas variables hay que agregar que tanto las condiciones de entrenamiento, infraestructura e insumos, y la posibilidad de patentar escenarios de confrontación de primer nivel, cruciales en los procesos de evolución de un atleta, se antojan muy limitados para no pocos deportes, como reflejo de la crisis económica por la que atraviesa el país, y el insuficiente presupuesto invertido por el Estado para desarrollar uno de los otrora considerados pilares de la Revolución.

Lo contrario acontece en otros países del área como México, Colombia, y Argentina, devenidos potencias emergentes, bajo el amparo del impulso económico en diversos frentes. De hecho, si se profundiza en el medallero general de la cita multideportiva, veremos que Cuba ocupó el octavo peldaño en cuanto a total de preseas (69), superada por Estados Unidos (286), Brasil (205), Canadá (164), México (142), Colombia (101), los anfitriones chilenos (79) y Argentina (75). Semejante termómetro del declive no alcanzaba esa temperatura desde la novena posición de Chicago 1959.

Ninguna disciplina de conjunto tampoco hizo la cruz en el casillero de las medallas, situación que no se patentaba desde la conocida como Ciudad de los Vientos en el propio 1959; y que desde la opinión de este cronista, halla fundamentos en estocadas migratorias, ruptura de espíritu colectivo y reflejo de la crisis económica en los valores a nivel social e individual.

Incluso, surge el cuestionamiento de cómo los saberes adquiridos por jugadores contratados en el exterior se han revertido en el bien de las selecciones nacionales de conjunto, que ciertamente son mayoría en estos deportes, sin negar el crecimiento experimentado por estos en el orden individual.

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Con 16 preseas de sus 18 representantes, incluidos ocho oros, la lucha se erigió como el deporte más destacado. Foto: Tomada de All in one deportes

Extradeportivos

El factor económico comprende contratación de saberes, posibilidad de un volumen mayor de inserción de deportistas en escenarios ligueros, disminución de preocupaciones extradeportivas asociadas al bienestar de atletas y sus familias y facilidad de ampliar el espectro competitivo internacional de primer nivel; pero se le adicionan otras cuestiones de índole psicológica.

Es difícil alcanzar máximos niveles de concentración de la atención, cuando golpean cuestiones altamente prioritarias como asegurar medicamentos, vestuario o necesidades de otra índole para la familia. Además de otros factores que cada vez más circulan en la industria deportiva como actividad mercantil, asociadas con la compra de talento y la nacionalización por diversas vías; que en el caso de Cuba se traduce en éxodo migratorio, ya se trate de un atleta consagrado o de uno que despunta como gema novel.

En Santiago de Chile, por ejemplo, pugnaron cerca de 15 deportistas cubanos en defensa de otras banderas y una considerable cifra de entrenadores de la Isla aportó su sapiencia a los triunfos de deportistas de otros países. La velocista dominicana Marileidy Paulino y el balista brasileño Darlan Romani, se contabilizan entre los ejemplos más connotados.

No se trata de «hacer leña del árbol caído» o colocar un dique de justificaciones. La realidad está ahí: latente y palpable. El deporte se ha deprimido, como también ha ocurrido con otras tantas esferas de la actividad económica y social de la nación.

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Yusneylis Guzmán festejó su corona como ejemplo de crecimiento deportivo a nivel individual. Foto: Radio Reloj

Intentar obnubilarse o parapetarse en esos rendimientos loables para no atacar con determinación y urgencia las heridas que padece y por las que sangra el deporte cubano, sería un acto nocivo de incompetencia, oportunismo y poca honestidad.

Chile ha sido otro gancho contundente a la realidad que vive el movimiento deportivo de la Isla, como lo fue antes San Salvador. Poco menos de diez meses quedan para que descorran sus cortinas los Juegos Olímpicos de París 2024. A mi juicio, hay mucho en lo que trabajar, talento que moldear y acciones para impulsarlo; pero, siendo objetivo, quedan escasas posibilidades de esquivar otro golpe igual o más demoledor que los recibidos en estos últimos años.

2 COMENTARIOS

  1. Saludos,
    1. las federaciones debe retomar su rol en los planes de entrenamiento sobre todo del más alto nivel.
    2. La territorialidad no es la mejor forma.
    3. El INDER debe remedirse mucha institución para El medallero obtenido.
    4. el deporte universitario debe sacarse a flote, cuentan con instalaciones sybutilizadas.
    5. La enseñanza general y técnica deben de tener su propia dirección deportiva subordinado al Mined y asumir la formación de esas edades.

  2. ya tendremos pronto otra conferencia de la nacion y la emigracion (selecta) a donde asistiran 400 cubanos emigrados, casi el 90 por ciento chivatones del gobierno que viven fuera de la isla y un 10 por ciento de confundidos que los usan para sus planes de enganyar al mundo.

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Harold Iglesias Manresa
Harold Iglesias Manresa
Periodista, perseguidor de historias, y amante de los deportes en cualquier latitud

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