Cuando el extremismo y la ciencia entran en conflicto

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Durante la pasada semana, en las redes sociales digitales se gestó una nueva polémica entre algunos activistas políticos autodenominados de izquierda junto a miembros del grupo La Manigua, Revolución Pa’ Rato, o el Grupo de Fidelista por Siempre, con el profesor de la Facultad de Filosofía e Historia, Fabio Fernández Batista, a raíz de una publicación que este realizó en su cuenta personal de Facebook sobre las conclusiones derivadas de un panel organizado por el Consejo Científico de la Universidad de La Habana, que debatió sobre los correlatos de la crisis de la economía cubana en la actualidad.

De acuerdo con lo dicho por el también historiador, «se analizaron, sin ambages y con los numeritos inherentes a la ciencia, las múltiples falencias de un modelo que demuestra su insostenibilidad y con ello la necesidad de transformarlo sustancialmente».

Aunque más adelante en su publicación reconoce la existencia de «rigor y compromiso» en las intervenciones y las preguntas formuladas al calor del debate, donde la ciencia se erigió en un pilar para hacer política, las ideas que expresó molestaron a una zona de la militancia a favor del gobierno cubano por considerarlas hipercríticas hacia la realidad de la Isla. 

El presente texto presenta un análisis de las reacciones que se generaron tras la aparición del post en su cuenta de la red social Facebook, tomando como punto de partida los discursos y planteamientos que en los últimos años se han realizado por altos funcionarios cubanos, principalmente el presidente Miguel Díaz-Canel sobre el papel central de la ciencia en el proceso de transformación a todos los niveles de la sociedad cubana.

Entre exequias y resurrecciones

Los comentarios a la publicación no se hicieron esperar. Aunque algunos aplaudieron la iniciativa y resaltaron la necesidad de potenciar espacios de esta índole como parte del proceso de repensar la sociedad cubana y el futuro de la Isla desde una postura desprejuiciada, otros demonizaron los argumentos expuestos. Es oportuno recordar que, en enero de 2023, la intervención de Fernández Batista en el espacio televisivo Mesa Redonda también fue objeto de polémica, cuando afirmó que «el patriotismo cubano hoy está siendo impugnado tremendamente por la realidad», y expuso sus ideas sobre la relación entre la crisis de valores patrióticos –especialmente en las nuevas generaciones– y la mirada puesta en otras matrices culturales que impone la realidad económica nacional.

Sin embargo, a diferencia de aquella ocasión en que sus palabras hallaron eco en varios medios independientes y también fueron confrontadas, tanto por algunos sectores de la izquierda afiliados al gobierno cubano como de la oposición, esta vez el alcance ha sido más limitado, pero no exento de polémica, críticas y cuestionamientos.

En los comentarios realizados a su publicación figuran líneas de pensamiento que se pueden sintetizar en matrices de opinión que muestran la polarización existente en torno al tema de la insostenibilidad del modelo económico, planteado por el docente universitario como una conclusión a la que llegaron los investigadores que participaron en el panel, en su mayoría economistas de prestigio, según dejó entrever.

De este modo, las matrices generadas en torno al tema pueden sintetizarse en dos líneas generales que fueron expuestas por los dos grupos polarizados. Usuarios de Facebook a favor del gobierno cubano reclamaron la necesidad de que los científicos sociales consideren la existencia del bloqueo como mecanismo de asfixia económica, por lo que reclamaron que, a nivel discursivo, el docente no hiciera referencia a esa realidad en su publicación; demandaron la transparente exposición de criterios, datos y estudios que avalen, desde un punto de vista más científico, la afirmación de la insostenibilidad del modelo socialista cubano; y algunos llegaron a cuestionar legitimidad de la universidad y los académicos para realizar críticas constructivas y propuestas de cambio para transformar las variables económicas, acusándolos de responder a otros intereses políticos.

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Por su parte, Fernández Batista aclaró a un interlocutor que no había hablado de la «insostenibilidad del sistema» socialista, sino del modelo económico cubano, hubo usuarios que no aceptaron las distinciones de la dualidad sistema/modelo, prefiriendo equipararlos como una misma política, bajo los principios de que el modelo económico cubano se fundamenta en los principios de igualdad de oportunidades y justicia social que enarbola el sistema socialista.

Las plataformas Cuba Revolucionaria en Debate y el Grupo de Fidelista por Siempre, además de compartir la publicación, cuestionaron el compromiso científico, ético y político del profesor universitario. En la primera, el activista político Rodrigo Huaimachi cuestionó la validez del método científico y académico de Fernández Batista, rememorando sus palabras en el espacio Mesa Redonda de enero de 2023, cuando relató que la crisis de valores patrióticos se expresaba también en los estados de WhatsApp que compartían muchos de sus estudiantes.

Mientras, también desde una postura de izquierda, otros usuarios resaltaron la necesidad de que quienes ostentan el poder pongan en práctica las herramientas para aplicar las transformaciones y escuchen más los planteamientos de los científicos cubanos por el bien de la nación; aludieron a los desequilibrios internos que tienen un rol trascendente en los problemas de la economía cubana, resaltando la existencia de la corrupción a todos los niveles y el sobredimensionamiento del Estado, y demandaron la exposición de algunas conclusiones o propuestas realizadas en el marco del debate.

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Extremismo, ciencia y transformación económica en Cuba

En los últimos años, la política del gobierno cubano se ha encaminado a ponderar el rol de la ciencia y la innovación en la solución de los problemas del país. Un artículo científico publicado por el propio mandatario en la revista Anales de la Academia de Ciencias de Cuba en 2021, afirma que «el principal estímulo a la búsqueda de un sistema de gestión del Gobierno basado en ciencia e innovación (SGGCI) proviene de la percepción de que el potencial humano y las capacidades científicas y tecnológicas que la Revolución ha creado no han tenido de manera generalizada el impacto práctico deseado en la sociedad y en particular en la economía».

Más adelante, el texto resalta la importancia de comprender que «el conocimiento, la ciencia, la tecnología y la innovación son decisivos para el avance exitoso de nuestro programa de desarrollo», por lo que es necesario crear y movilizar capacidades en ciencia, tecnología e innovación como «convicción compartida por todos: pueblo, Gobierno, empresarios, científicos, profesores, maestros, campesinos».

Otros espacios más allá de lo académico se han hecho eco de esta propuesta de Díaz-Canel, que halla cuerpo en su tesis doctoral, donde él mismo reconoce el papel clave de los aportes de las universidades para avanzar en los planes de desarrollo y asumir sus propuestas científicas como parte de la estrategia económica social. A pesar de esto, la línea discursiva polarizada del sector más extremista parece establecer una diferenciación entre «ciencia» y «ciencia revolucionaria», siendo la segunda más válida al abordar la realidad socioeconómica del país en la medida que confirma sesgos o suaviza los términos empleados.

Por su parte, un artículo científico de la investigadora Vilma Hidalgo destaca que la actualización del modelo económico cubano «consiste en reconocer, desde una revisión crítica de la experiencia precedente, la necesidad de introducir cambios en la estructura socioeconómica y el proceso de regulación y gestión dentro de los marcos del modelo socialista».

Si bien el panel desarrollado en la alta Casa de Estudios de Cuba tenía, a todas luces, la intención de debatir sobre la insostenibilidad de un modelo y se concluyó que necesita ser transformado, con anclaje en los pilares de fortalecer el vínculo entre la ciencia y la gestión gubernamental, la referencia hecha al mismo por Fernández Batista en su perfil de Facebook arrojó, una vez más, evidencias de la presencia de una polarización en la sociedad cubana, que continúa manifestándose fundamentalmente en las redes sociales digitales.

Estas actitudes se caracterizan por una narrativa extremista que pone en práctica la lógica de «unos contra otros» y hace alusión en su discurso al enemigo histórico de Cuba como culpable no solo de los problemas económicos —sin reconocer los errores que se cometen en la toma de decisiones internas—, sino también de incidir en los criterios científicos y economistas cubanos que califican de insostenible el actual modelo de gestión de la economía. Bajo esta lógica, se construye un discurso de desprecio hacia un sector de la izquierda cubana que, a todas luces, aboga por transformar la realidad económica nacional, con bases en un pensamiento científico y abierto a ideas nuevas.

Semejantes matrices de opinión que se construyen desde el discurso, evidencian que se busca estigmatizar a un sector de la ciencia cubana, presuntamente por su dudoso compromiso político, por debatir sobre un tema tan delicado y complejo como el modelo económico nacional, y concluir que este es insostenible. A la vez, se legitiman y normalizan los discursos ofensivos en contra de quien exponga propuestas contrarias a lo recogido en los Lineamientos de la Política y Social del Partido y la Revolución, que ampara las reformas socioeconómicas iniciadas en la Isla en 2011, con el propósito de actualizar el modelo económico.

Ello evidencia que dichas tendencias extremistas, además de ser internamente contradictorias, buscan limitar el rol de la ciencia en su papel descriptivo y transformador, que en la práctica podría sustentar un proceso de revisión y cambio, muy necesario para fomentar el desarrollo económico de la nación y su posterior expresión en el estado de bienestar de la sociedad cubana.

Aflora entonces a relucir que, en torno al rol de la ciencia como catalizador de cambios en el espectro económico cubano, entre quienes se alinean con los valores de la izquierda existen ideas contrapuestas: si bien casi todos coinciden en el impacto de las medidas unilaterales coercitivas en la economía cubana y la necesidad de mantener la soberanía respecto a potencias extranjeras como los Estados Unidos, un sector conservador evita ver los problemas estructurales del modelo cubano, asume como único causal de la crisis los factores externos y está vigilante ante cualquier propuesta de reformas que impliquen mayor aperturas económicas y políticas. Otros sectores, por su parte, asumen posturas críticas y analíticas frente el gobierno cubano. En estos están los que desde las instituciones intentan transformar la realidad apuntando hacia los elementos internos que deben ser transformados con urgencia, y exigiendo desde la militancia comprometida con organizaciones reconocidas, atención hacia estas problemáticas. Otras facciones, incluso, han salido de las instituciones y militan de forma independiente o fuera del país.

Entre estos sectores, aparentemente del mismo color político, se vislumbran además elementos de la dualidad conservadurismo-progresismo, que si bien son más evidentes en el binomio gobierno-oposición, pueden encontrarse en ambos lados de las tendencias políticas, con ciertos matices. De este modo, el sector de la izquierda cubana que se ubica al extremo resulta conservador, no solo por la pretensión de mantener como bases inalterables las concepciones económicas asumidas luego de 1959 y ampliadas en los diferentes momentos de «rectificación», sino porque, además, alerta y hace resistencia ante la posibilidad de que otros, incluso desde la izquierda, critiquen las iniciativas gubernamentales e intenten proponer otras que hagan peligrar el status quo político.

En cambio, el sector crítico antes referido aboga por un progresismo en el sentido de una transformación, compatible e imbuida con los códigos socialistas, y se muestra capaz de identificar y reconocer los errores, así como proponer transformaciones en búsqueda de un proyecto beneficioso para todos.

Lo anterior advierte sobre la posibilidad de que ambas tendencias dentro del espectro de la izquierda cubana se distancien cada vez más, mientras el ala más conservadora arremete contra las posturas que proponen la búsqueda de otras alternativas económicas que partan de fundamentos científicos, e involucren a investigadores, académicos, decisores, actores políticos y miembros de la sociedad civil, rechazados de antemano por no reproducir la línea general del discurso oficial.

Algunos desafíos en busca del diálogo

Las reacciones que provocó la publicación en Facebook del profesor universitario, ratifican la urgencia de contar con mecanismos efectivos para establecer una cultura del diálogo en la sociedad cubana, sin ofrecer espacios a discursos deslegitimadores o irrespetuosos que toquen la línea fina que les separa del discurso de odio.

Ello implica comprender que, si bien la ciencia es imprescindible para generar avances en todas las esferas de la sociedad, también es válida su aplicación para demostrar la necesidad de cambios encaminados a garantizar el bienestar social. Para ello es imprescindible que se promuevan espacios de entendimiento, donde todos los actores involucrados tengan voces y se reconozcan los criterios de los otros sobre la base del respeto y el reconocimiento a la pluralidad de criterios.

Los planteamientos que desencadenó el post evidencian que las conductas extremistas de algunos sectores que se autodenominan de la izquierda cubana pueden entrar en conflicto con las reflexiones que emanen del campo de la ciencia para intentar resolver los problemas de Cuba, pero se impone encontrar puntos de encuentro para trabajar de conjunto sin prejuicios de discurso, abordar los desafíos de manera más efectiva y promover enfoques más equilibrados para contrarrestar estas narrativas extremas, que dificultan el trabajo mancomunado para encontrar soluciones en el campo de la economía y la política. Es un imperativo que, en el debate para encontrar una salida a la delicada situación actual de Cuba, no haya tabús sobre la mesa.

3 COMENTARIOS

  1. Cuba necesita cambios urgentes, estamos perdiendo todo por causas ajenas al pueblo. Desgraciadamente los políticos no quieren entender que la ciencia es certera, concreta y bien aplicada muy segura. La política no resuelve nada en lo absoluto, lógico su basamento es la manipulación ideológica con beneficios personales en un pequeño sector de la sociedad. En ese debate se pone de manifiesto cono la política quiere imponerse de todas formas, sin importar su veracidad.

  2. Kodak quebró y miles de empresas quiebran todos los años en los países desarrollados, de manera que existe un impulso a la renovación permanente, que genera el personal con experiencia en la gestión para no cometer los mismos errores en la siguiente empresa.

    Este constante nivel de competencia explica la tendencia al desarrollo de Estados Unidos, Francia, Inglaterra.

    Es evidente que la competencia genera ganadores y perdedores, como se observa en Alemania Capitalista (Occidente). Lo cierto es que ese sistema genera un impulso que genera incremento progresivo de productividad que China adoptó desde sus reformas de 1978.

    Es evidente que Cuba sufre el proceso de estancamiento que sufrió Alemania Comunista (Oriental) y los países de Europa del Este debido a que existe un grupo que no desea competir ni aprender a gestionar empresas ni generar nuevo empleo para una población dominada por la desidia y sobrevivir un día más.

    China realizó reformas para aceptar la competencia como principal elemento del desarrollo desde 1978, iniciando el proceso de «un país, dos sistemas».

    China permitió la llegada de las empresas trasnacionales y la promoción de las empresas privadas nacionales y extranjeras generó la transferencia tecnológica que llegó a las universidades de China.

    La competencia atrajo a miles de miles de profesionales del mundo entero, que han capacitado a la población de China durante los últimos 45 años.

    China exige un alto nivel educativo a todos mediante el Examen GAOKAO, de manera que la oportunidad existe, impulsando el mérito de los ciudadanos y no una retórica igualitaria que detiene el desarrollo.

    Cuba podría mejorar sin necesidad de abandonar sus ideales, tal y como China tiene dos sistemas que permitió la creación de nuevo empleo, la capacitación, la mayor recaudación tributaria y la reducción de la pobreza, MEDIANTE LA COMPETENCIA, que genera aprendizaje mediante prueba y error (incluye aceptar las quiebras y las bonanzas).

    Cuba tiene demasiado personal en sectores con baja productividad, que NO DESEAN CAMBIAR debido a que es fácil vivir como dirigente, sin impulsar la COMPETENCIA que existe en China y Estados Unidos.

    Para cambiar el sistema se necesitaría aprender, ser valientes y pacientes. No existe el nivel de valentía necesario en los dirigentes de Cuba ni en sus colaboradores ni en sus amigos ni entre las personas con poder que no desean competir.

    Esa es la explicación al bajo crecimiento de Cuba.

    Deben transcurrir un par de décadas adicionales para aprendan a cambiar el destino de tan hermoso país: Cuba, hogar de mi abuelito.

  3. Hace unos días me preguntaba cuántas personas de extrema izquierda podían quedar en Cuba. Parece que abundan, contra toda lógica.

    También me pregunté si la multicrisis que desde hace décadas vive el país no era lo suficiente grave como lo fue la Covid-19, para que también ahora los científicos encontraran soluciones a partir de lo que sustentó el presidente en su tesis doctoral: gestión de gobierno basado en ciencia e innovación.

    Al instante me pregunté además si «alguien» ya sabría de antemano el resultado por lo que no autorizaba al presidente a realizar ese tipo de reuniones, como lo hizo en su momento durante la pandemia. Sólo me preguntaba.

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