Primero de Mayo en Quito: geografía de los extraños

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En mi niñez el Primero de Mayo era una fiesta. Mi casa se convertía en un espacio de confabulación que era visitado por los compañeros del sindicato de mis padres para pintar carteles o banderas. Yo solía disfrutar embarrarme de pintura, dibujar cualquier cosa y hasta le pedía a mi madre llevar mis propios garabatos a la marcha.

En Placetas (Villa Clara) las marchas no eran muy largas, porque es un pueblo pequeño, mas para mis pies diminutos aquello era todo un reto. Entonces, mi padre me cargaba en los hombros y yo miraba desde arriba: sonaba Pablo Milanés, estaba el Che a mi derecha y Camilo a mi izquierda, junto a un reclamo por la libertad de los 5 héroes delante o algún ¡Liberen a Elián! detrás. En mi cabeza todo aquello era un juego, como lo eran las consignas de Patria o Muerte y lo de ¡Aquí no queremos gusanos!, mientras sonaba la «Marcha del 26 de Julio», en la que Cuba premiaría nuestro heroísmo y hasta «La Internacional» que daba ese toque soviético, añejo, intentando demostrar que Cuba no sería Cuba si faltara el socialismo.

Años después, yo era la locutora de la marcha de mi pueblo y mucho que animé vociferando ¡Viene el sindicato de la cultura, con su carroza y sus consignas! Ahí soltaba yo la frase más repetida de Martí, «Ser cultos es el único modo de ser libres», y ¡ya llega el sindicato de educadores!

Les juro que para mi niña o adolescente temprana, el Día Internacional de los Trabajadores se trataba de consignas y apoyo a la Revolución, no de lucha, ni de reivindicaciones sociales, ni de denuncias.

Sin embargo, un día entre mis quince y diecisiete años todo aquello me empezó a parecer «cheo» porque las consignas no se correspondían con la realidad. Mi madre me levantó para ir a la marcha y le pregunté: ¿qué pasaría si alguien sale con un cartel donde dice lo mala que está la cosa? La respuesta fue: «Eso aquí no se puede». Ese día le dije: «No voy» y me quedé durmiendo.

No volví a ir hasta muchos años después. Estaba en cuarto año de la carrera y me había convertido en zurda de corazón, pero zurda de verdad: crítica, tozuda, harta de los cuentos infantiles y de las consignas repetidas; con unas ganas tremendas de hacer una revolución. Regresé a la marcha del Primero de Mayo, con un pie enyesado y rodeada de amigos de diversas organizaciones de izquierda que querían vivir un día de los trabajadores en Cuba.

No fue una sensación grata, la compañía sí lo fue, sin embargo, todos esos símbolos volvían a mí, resignificados esta vez: los «líderes» en la tribuna saludando como monarcas, la música que apela al «patriotismo», el «obrerismo» soviético forzado que permanecía, y nada tiene que ver con el espíritu criollo. Pero lo que me sobrecogió no fue tanto lo que había, sino lo que faltaba. Parecía que los obreros no tenían nada que exigirle al gobierno. Tiempo después, el 11 de julio de 2021, hubo miles de exigencias en las calles, y como consecuencia, miles de presos políticos.

Al año siguiente (2022) en vísperas del Primero de Mayo, la mayoría de quienes disienten en Cuba fueron advertidos o retenidos en sus casas. Lo sé de primera mano porque a la otrora adolescente que conducía esos desfiles en Placetas, la seguridad del estado cubana, y específicamente, la policía del municipio de 10 de Octubre en La Habana, le hizo un acta de advertencia formal con carácter preventivo para que no asistiera a la marcha, por «gusana».

Quito, donde la protesta es un privilegio

Esta es la primera vez que paso el Primero de Mayo lejos de Cuba, y es la primera vez que se cancela desde que tengo uso de razón. Dicen que por las condiciones climatológicas y francamente no les creo, porque a cuántas tribunas abiertas, a cuántas marchas pasadas por agua no habrá asistido el pueblo cubano. No estoy aquí para juzgar si es cierto o no el motivo de la cancelación, sino para señalar lo simbólico del hecho para mí.

Primero mayo quitoCuando me fui, sentía como Cuba se derrumbaba en mi imaginario, como si dejara de existir en la misma dimensión. Es como si nada estuviera en su lugar. Salí a las calles de Quito a marchar, como quien busca a Cuba y busqué allí, en la multitud, las reivindicaciones que me hubiera gustado ver en mi país natal: ¡Libertad para los presos políticos!, ¡No a la corrupción! Demandas por salud, educación, vivienda digna, seguridad social, etc…

Ciertamente, muchas de esas últimas demandas, la Revolución cubana las garantizó, pero me dolió mucho pensar que, en la Cuba de hoy, con el deterioro de las condiciones de vida y de varias garantías sociales, aquellos carteles podrían encajar perfectamente en las calles. En cuanto a las demandas políticas: libertad de disenso, lucha contra la criminalización de la protesta, pues desde hace mucho eran reivindicaciones necesarias.

Primero mayo quitoCuando llegué a la marcha en Quito, una militante que recién conocí me presentó a sus amigos. Eran miembros del Comité de Solidaridad con Cuba. Los saludé, me interrogaron con extrañeza y tuve en la garganta la pregunta: ¿se solidarizan también con la causa de los presos políticos?, pero no la hice, porque ellos enseguida me dijeron: «Estamos aquí contra el bloqueo» y esa es una solidaridad más que necesaria. Les agradecí y continué mi camino.

Luego vi a los guevaristas de Movimiento Tierra y Libertad (MGTL), que junto al Comité 15 de noviembre y el Partido Comunista Ecuatoriano prendieron fuego a un muñeco que representaba a Guillermo Lasso, recordé entonces las historias de mi amiga Gabriela Gallardo, actual presa política del MGTL, que cumple una sanción de 5 años de reclusión domiciliaria.

Gaby me contó cómo viven las presas ecuatorianas en la cárcel de Latacunga, cómo las torturan, cómo les dan azufre en la comida para que no se vean desnutridas, cómo viven sin agua, cómo las familias deben encargarse hasta de proveerles un colchón, y si no tienes familia, duermes en la litera de cemento a temperaturas de cinco y menos grados.

Avancé un poco más y la marcha era hermosa: música por doquier, batukadas feministas, banderas, carteles de ¡Abajo Lasso!, pero en los laterales de la manifestación: hordas de niños desnutridos mendigando, ancianos vendiendo hasta su alma con caras tristes,migrantes tirados en las aceras con la boca aún azul de la sobredosis de basuco.

Vi a un muchacho flaquísimo robando en una tienda y siendo golpeado por los chapas (policías) que estaban como aves de rapiña, esperando la más mínima desobediencia civil para violentar a la población, como ya lo hicieron en el paro de 2022, con un saldo de más de 5 muertos. Ahí supe que protestar es un privilegio y que este sistema capitalista margina a miles de personas. Pensé en Zygmunt Bauman y su construcción de «los extraños», los excluidos, los que deben ser temidos, de los que hay que protegerse y supe que, en ese momento, para el gobierno, los manifestantes éramos «los extraños».

Primero mayo quitoSobre nuestras cabezas sobrevolaban drones vigilándolo todo y sentí esa sensación de inseguridad que vivimos en Ecuador, después de que Guillermo Lasso legalizara el porte de armas. El asaltante podría haber estado armado —pensé—. Qué bien que lo persiguiera la policía —pensé— y luego lo vi: desnutrido, con acento colombiano, rodeado de guardias, con una bolsa de leche en la mano. Para mí, y para el resto de los manifestantes, «los extraños» eran los marginados. ¿Quién detiene a los que están matando de hambre a Latinoamérica? —pensé.

Al llegar a casa, publiqué algunas fotos de la marcha en mis redes. «Viva la democracia», comentó alguien. No obstante, el pueblo ecuatoriano estuvo hoy en las calles, como han estado desde hace 15 años frente a la Corte Constitucional sindicatos como Cervecería Nacional, pidiendo el pago de sus utilidades y siendo ignorados porque el gobierno tiene un pacto feroz con las transnacionales. Estuvo, también, como están ahora los sindicatos de plataformas peleando por derechos laborales y siendo criminalizados, como estuvieron asimismo perseguidos los opositores durante el gobierno de Rafael Correa que descorporativizó y debilitó a la sociedad civil ecuatoriana.

Primero mayo quitoDíganle a la democracia que la ando buscando, que no la conozco. Si alguien sabe dónde está, que me avise, para saber cómo es. Solo sé que no es blanca, burguesa o burócrata; que no saluda como monarca en la tribuna y en todo caso, no es un pueblo que se muere de hambre, donde el narco masacra a diario y los niños mendigan en las calles.

La democracia no es solamente libertad de manifestación. La democracia en abstracto no es garantía de nada y no será garantizada por la burocracia, más allá de su signo político. Esta lucha es constante, y la de los trabajadores cubanos por sus derechos, actualmente no se diferencia mucho de la del resto de Latinoamérica. Ojalá algún día en Cuba podamos, al menos, salir legalmente a dar la batalla, ojalá en Latinoamérica no sean asesinados o torturados cuando salen sin permiso. Solo así dejaríamos de ser «los extraños».

7 COMENTARIOS

  1. Excelente artículo. Hoy en día la democracia tiende a desaparecer incluso en EEUU, donde existen muchas formas de callar las voces de quienes disienten y poco a poco la extrema derecha crece. Cada país tiene sus beneficios y también abusos, podría hacer una larga lista de las escaseces y abusos que existen en EEUU, donde se supone es el bastión de libertad y democracia.

    • Los cubanos deben preocuparse de los males que aquejan a Cuba; para ocuparse de los males de USA están los norteamericanos, y si ellos no se ocupan ¿Por qué tendría que ocuparse un cubano? A mi me parece que unos que no pueden con su carga, no deben preocuparse por la carga de otros.

    • Este artículo he tratado de mirarlo por varios ángulos , pero sinceramente , todavía no logro entenderlo; sobre todo escrito por un Marxista.
      Hay algo que sobresale y es su añoranza por lo que fue y no pudo ser. Todavía retumba en mis oídos de aquello que la tierra será el paraíso bello de la humanidad. Dice un dicho que cada cual es un mundo aparte. A mí me tocó vivir en un país donde hay Libertad, donde también surgen los problemas , pero que se hace todo lo posible por subsanarlo. Sería un verdadero infame de hablar mal del país que me dió la mano para seguir adelante, es posible que donde nací no obraron de esa manera.
      Para tener la libertad del país de nuestro nacimiento, deberíamos de formar grupos en la lucha final. PATRIA y VIDA.

  2. En el pais históricamente el primero de Mayo siempre ha sido un día de reivindicaciones, de exigencias , de protesta y de hacer sentir el descontento social sin importar el gobierno de izquierda o derecha , hablar de la historia política de Ecuador , es hablar de movilizaciones sociales a lo largo de la historia, así es como el ecuatoriano ha conseguido ser respetado como sujeto de derechos a través de la protestas social, nunca existió ni existe otra alternativa. Viva cuba libre.

  3. Felicia:

    Francia necesita un gobierno como el de Cuba para que el pueblo aprenda a ser obediente. Si el gobierno frances fusila a cientos y le impone 20 años de carcel a miles no hay ni un solo frances que vuelva a protestar. Se volverian como los cubanos.

  4. El eterno error de los que adoptan ideologías de izquierdas….se conocen bien los problemas del capitalismo y no quieren ver lo mounstruoso del socialismo…creen que las culpas de los desastres socialistas son «errores personales y de burocracia » …la joven sigue pensando que la solución es el marxismo y no tiene en cuenta los verdaderos problemas de América latina : la falta de más democracia y más capitalismo…los regimenes del socialismo real solo ha traído miseria,atraso y falta de derechos..o no lo sabe la joven marxista ?

  5. El eterno error de los que adoptan ideologías de izquierdas….se conocen bien los problemas del capitalismo y no. quieren ver lo mounstruoso del socialismo…creen que las culpas de los desastres socialistas son «errores personales y de burocracia » …la joven sigue pensando que la solución es el marxismo y no tiene en cuenta los verdaderos problemas de América latina : la falta de más democracia y más capitalismo…los regimenes del socialismo real solo ha traído miseria,atraso y falta de derechos..o no lo sabe la joven marxista ?

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Lisbeth Moya González
Lisbeth Moya González
Periodista y escritora marxista cubana

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