Violencia monetaria y mercado informal en Cuba

Entre el punitivismo, la privatización solapada y el empobrecimiento

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La violencia posee infinitas formas. A veces viene envuelta en gritos, polvareda, rejas, lenguajes, insultos o acciones. También se manifiesta a través de objetos palpables e inanimados. Sostengo en mis manos un dólar. Es una monedita redonda e inofensiva. El águila no saldrá de la circunferencia para agredirme. Aparentemente yo tengo poder sobre mi dólar. Sin embargo, si me asaltan para quitármelo, puedo morir en el intento, y si un Estado dice que tener mi dólar es un delito, puedo ir presa.

La familia de mi vecino había emigrado a los Estados Unidos en los inicios de la Revolución cubana. Los procesos de reunificación familiar favorecieron que él les visitara desde los años 80 en adelante. Su regreso a Cuba siempre fue una misión imposible. Había sido parte del Movimiento 26 de Julio, era miembro del Partido Comunista de Cuba, pero en sus viajes se convertía en un traficante de dólares. Esa era la única forma de dar una vida digna a su familia.

Un vendedor de dólares en los años 90 en Cuba era un sujeto que infringía la ley. Se le podía encontrar en las afueras de las casas de cambio (Cadeca) ofreciendo con sigilo la compra o venta de monedas extranjeras a mejores precios que los que ofrecía el Estado, e incluso al mismo precio, solo que con ellos las transacciones se realizaban con mayor rapidez y burlando las largas filas propiciadas por la burocracia.

La primera vez que traficó, lo hizo metiendo los billetes en un cinturón de doble forro. Ese dinero era el resultado de los regalos de su familia en su viaje y unos pocos ahorros conseguidos en trabajos informales en los Estados Unidos. Trajo mil dólares y logró cambiarlos a 150 pesos cubanos cada uno. Luego cambió esos ahorros en CUC: esa moneda autóctona equivalente al dólar, que el Estado introdujo en 1994.

Breve devenir monetario cubano

Según el Banco Nacional de Cuba, en 1898 se implantó el dólar como patrón monetario, y «a pesar de establecerse la república en 1902, continuó circulando la moneda norteamericana durante doce años más, hasta que la ley del 29 de octubre de 1914 ordenó la acuñación de las primeras monedas cubanas con la efigie de José Martí».

En agosto de 1961 se promulga la Ley No.963 que establece el cambio obligatorio de los billetes de circulación anteriores a la Revolución por el nuevo peso cubano, una operación que solo permitía el canje del equivalente a 200 pesos por persona. Las cantidades excedentes debían depositarse en cuentas bancarias particulares.

En 1993, tras la caída del muro de Berlín y con la etapa de escases económica conocida como Periodo Especial en marcha, se despenaliza la tenencia de divisas, un delito vigente desde inicios de la etapa revolucionaria, que sancionaba hasta con cárcel a quienes se les encontrara monedas extranjeras en su poder.

El 22 de agosto de ese mismo año el gobierno excarcela a las personas sancionadas por tenencia de divisas. Por demás, el 20 de diciembre de 1994, anuncia la circulación del peso cubano convertible (CUC) para realizar operaciones comerciales —principalmente la compra en las tiendas estatales en divisas.

El CUC era una especie de «moneda espejo» del dólar que, en teoría, tenía equivalencia con este, por tanto, podía ser convertido sin restricciones. Su función era sustituir la moneda extranjera en las transacciones internas y, presuntamente, el banco garantizaría la paridad: que, por cada CUC circulante, hubiera un dólar en las arcas del Estado.  

En 1995 se abren las casas de cambio (CADECA), que venden los CUC a un precio de uno por 30 pesos cubanos, valor que cambia en 1996 a 21 pesos la compra y 23 la venta. 

El 9 de mayo de 2002 empieza a circular el euro en el polo turístico de Varadero, para la renta de autos y taxis a extranjeros. Al año siguiente, las empresas cubanas que realizaban transacciones en dólares comienzan a operar solo en pesos convertibles (CUC). En 2004, el presidente Fidel Castro deroga la circulación del dólar y su sustitución por el CUC, una moneda endémica de la Isla. Como consecuencia de esta medida, los cubanos reaccionan deshaciéndose de dicha divisa pues no servía para hacer compras internas, lo que eleva 30 veces la recaudación de las tasas de cambio y 10 veces la apertura de cuentas bancarias.

El 15 de noviembre de 2004 Cuba grava con un 10 % el cambio del dólar en efectivo, a razón de 1 por 90 centavos de peso convertible y por 23.4 pesos cubanos (CUP). Al año siguiente se revaloriza en un 7% el CUC con relación al dólar y se establece su venta abierta a 24 pesos por dólar y su compra a 25.

Ya en 2008, el entonces presidente Raúl Castro habla de la necesidad de eliminar paulatinamente la doble moneda para revalorizar el salario de los trabajadores. Este proceso da un paso más en 2011, cuando el Banco Central de Cuba devalúa la tasa de cambio del CUC en un 8% para reestablecer la paridad del dólar estadounidense. Durante los siguientes años se prepara el terreno legislativo para la unificación monetaria. 

En octubre de 2019 el gobierno abre los primeros comercios con pago exclusivo en divisas. Ahí surge la llamada Moneda Libremente Convertible —MLC—, una moneda electrónica que solo podía ser adquirida mediante el depósito de monedas extranjeras en el banco o las transacciones desde el exterior.

Las primeras tiendas solo vendían artículos de alta demanda como electrodomésticos. No obstante, el 20 de julio del 2020, en medio de la crisis pandémica, la venta de mercancías en divisas extranjeras se extiende a productos de la canasta básica: alimentos, aseo y limpieza. Asimismo, se amplía la cantidad de puntos de venta.

tiendas mlc habana
Tiendas en MLC en 2020 / Foto: Tribuna de La Habana

Lo que realmente ocurrió fue que la mayoría de las antiguas tiendas en CUC pasaron a ser en MLC. En las tiendas estatales, las monedas nacionales —tanto el peso cubano como el CUC— solo sirvieron para la venta de módulos regulados de aseo y comida, y otros pocos productos de baja demanda.

Finalmente, el 10 de diciembre del 2020 el actual presidente de la República de Cuba, Miguel Díaz Canel, anuncia la salida de circulación del CUC y el 1ro de enero de 2021 entra en vigor una nueva tasa de cambio de 24 CUP por dólar estadounidense, que luego se amplía en 2022 a 120 pesos por un dólar.

Cabe destacar que desde la implementación de las primeras tiendas en MLC en 2019, las Casas de Cambio estatales dejaron de vender divisas. En 2022, con la nueva tasa de cambio, se reactiva la venta, pero limitada a 100 USD por persona y mediante un sistema de cola electrónica que puede durar meses de espera para realizar la transacción.

Desde la implementación de las primeras tiendas en MLC en 2019, las Casas de Cambio estatales dejaron de vender divisas.

Desde entonces, el mercado informal de divisas ha jugado un papel primordial, tanto en la economía doméstica como en la de los comercios privados que necesitan dólares para importar y reaprovisionar lo que venden en pesos cubanos.  Actualmente, según los estimados del medio elToque, un euro en Cuba se cotiza a 370 pesos aproximadamente en el mercado informal; mientras que un dólar tiene un valor de 360 pesos y un MLC 288 pesos.

Tasa cambio historica
Evolución del precio de las divisas a partir de los anuncios recopilados por elToque en plataformas de compra-venta / Gráfico: elToque

Los trabajadores cubanos cobran en pesos. Existe un desabastecimiento general en las tiendas estatales en pesos cubanos que solo logra aliviarse comprando los productos básicos a sobreprecio —en el mercado informal o en el comercio privado—, o en las tiendas estatales en MLC, a las cuales una persona que no tiene familia en el extranjero solo accede mediante la adquisición de esa moneda virtual, que vino a sustituir al CUC, pero sin gasto de papel y sin que pueda ser adquirida legalmente en pesos cubanos.  

Sin embargo, la brecha entre el precio del dólar y el euro respecto al MLC tiene una explicación lógica: los migrantes necesitan monedas extranjeras fuertes para partir, Cuba vive una crisis migratoria sin precedentes. Por otro lado, las tiendas en MLC están cada vez más desabastecidas y sus precios son impagables. Asimismo, las mipymes importadoras, que han llegado para resolver esa escasez, también necesitan dólares para importar —muchas veces a través de empresas extranjeras.

El problema está hoy de boca en boca: «En Cuba hay de todo. Las mipymes tienen lo impensable, pero ¿quién paga eso?» —me cuenta una trabajadora estatal santaclareña—. La brecha económica en Cuba se vuelve cada vez más grande. La pobreza es violenta, arrolladora.

La violencia monetaria en Cuba

Las investigadoras Gloria C. Pérez Rivera y Hanna Appel explican cómo la moneda puede ser usada por el Estado y todo tipo de organizaciones que detenten el poder como forma de violencia. En el caso de Rivera, plantea el concepto de fronteras financieras de acumulación y argumenta como en Colombia el proceso de desposesión de tierras es un mecanismo que opera en las fronteras del Estado y el narco.

La autora emplea la «acumulación» como metáfora para describir cómo tras la desposesión las personas se endeudan con el banco, pagan con sus tierras y deben migrar a las ciudades donde su opción de supervivencia es el narcoparacrédito o crédito gota a gota. Dicho tipo de préstamo es una alternativa para familias sin un historial crediticio rentable y es a su vez la forma en que el narco se adueña de la economía informal colombiana y se constituye como poder a la sombra. 

Tras la desposesión las personas se endeudan con el banco, pagan con sus tierras y deben migrar a las ciudades donde su opción de supervivencia es el narcoparacrédito.

Appel, en cambio, indaga en cómo los bancos con sede en EEUU y Europa, así como las instituciones financieras internacionales, han configurado el lugar de África en el capitalismo global. No obstante, desde 2018, estas instituciones se han retirado del continente y son reemplazadas por los bancos panafricanos. En ese sentido la autora sostiene que, para analizar dicho fenómeno, no solo se debe tener en cuenta dónde están ubicados los bancos, sino la relación entre «monedas, violencia social y poder imperial y racial».

Ambas analizan la moneda e instituciones financieras estatales o no, en su dimensión de violencia. El carácter instrumental de la moneda como vía de sometimiento económico y control de poblaciones, atraviesa tanto los fenómenos de Colombia y África, como el propio caso cubano.

Si bien en Colombia se trata de la complicidad del Estado con el narco y su influencia en las vidas de las personas con el desplazamiento de tierras y la dependencia económica de sistemas de acumulación como el gota a gota; en el caso cubano, la decisión estatal del uso del dólar a inicios de la Revolución tiene un carácter ideológico, que en primera instancia apuesta por la soberanía monetaria, pero que asume la criminalización como instrumento para ser ejecutada.

En el caso cubano, la decisión estatal del uso del dólar a inicios de la Revolución tiene un carácter ideológico, que en primera instancia apuesta por la soberanía monetaria.

Resulta imposible hacer un paralelismo de igualdad entre ambos casos. Se trata de dos tipos diferentes de violencias que operan en contextos distantes, pero tienen un denominador común que Appel define al citar al «abogado y conocido estudioso de la teoría monetaria moderna», Raúl Carrillo: «el dinero es, en primera instancia, una criatura del Estado, y más específicamente, del poder del Estado».

No obstante, la propia Appel agrega la dimensión trasnacional del fenómeno en el caso africano al explicar el entramado de relaciones que operan en los países que poseen monedas duras como el euro y el dólar, que a su vez se reflejan en violencias en el tercer mundo.

Esta conexión es válida también en el caso de Cuba, puesto que el bloqueo económico norteamericano impide al Estado comprar en dólares en el mercado extranjero, algo que limita la economía en primera instancia y repercute en la calidad de vida de las personas.

La política monetaria cubana es fruto de ese mismo bloqueo y de su recrudecimiento o flexibilización según la administración de turno en Estados Unidos y de los parches que ha tenido que poner el gobierno cubano para sortearlo.

Cuba ha vivido y vive en una perpetua economía de emergencia. No hay planificación socialista, ni libre mercado que valga, si no logras sellar un agujero y ya tienes que tapar otro.

La pobreza en Cuba no es hija de la maldad per se y maquiavélica del Estado, eso sería otorgarle demasiado crédito, ya que ante las crisis económicas más graves —la caída del campo socialista soviético que da lugar al Periodo Especial y las más de 240 medidas unilaterales coercitivas contra Cuba adoptadas en la etapa prepandémica por Donald Trump y reforzadas por la crisis mundial del covid-19 y la acumulación de los impagos de la deuda externa—, dan lugar a los mismos resultados: momentos de conflictividad donde de manera infructífera, el Estado intenta recaudar todas las divisas posibles para abastecer la demanda de consumo del país.

El problema es que, en el proceso, aplica dosis de coerción para sortear las crisis en que se encuentra y sostener el modelo económico «socialista» que afirma tener como meta. Asimismo, un grupo de funcionarios corruptos sacan provecho de la crisis mediante el clientelismo, el defalco y el desvío de recursos.

Un grupo de funcionarios corruptos sacan provecho de la crisis mediante el clientelismo, el defalco y el desvío de recursos.

El Estado cubano se dirime entre el pecado de sostener económicamente un país con una ideología no hegemónica a nivel mundial y contener las formas de protesta y supervivencia de sus propios ciudadanos. Es decir, entre apresar a los que tenían dólares en los 90 y encarcelar con altísimas condenas a quienes en el 11J vandalizaron las tiendas en MLC, en forma de protesta.

Los cambios de moneda en Cuba han venido acompañados de altas dosis ideológicas y nacionalistas y operan también como símbolos de su progresiva apertura hacia el orden mercantil mundial, el arrendamiento de tierras de forma ventajosa a empresas rusas o la constante construcción de hoteles con empresas extranjeras es un buen ejemplo de ello.

A su vez, la Tarea Ordenamiento —uno de los principales cambios económicos liberalizadores— ha operado como un elemento de sectorización de clases, puesto que el acceso a las monedas extranjeras define para los ciudadanos la posibilidad de adquirir productos de primera necesidad. De igual manera, la «autonomía empresarial» y la «eliminación de gratuidades» que trajo aparejada muchas veces, ha sido utilizada por parte de los empresarios estatales para aumentar las ganancias, no produciendo más, sino subiendo de forma exorbitante los precios, desprotegiendo así a una buena parte de la población.

El acceso a las monedas extranjeras define para los ciudadanos la posibilidad de adquirir productos de primera necesidad.

Otra de las formas en la que el Estado cubano ha ejercido violencia a través de las políticas asociadas con la moneda, es también la pérdida de ahorros de las personas, puesto que el Ordenamiento Económico desencadenó un proceso inflacionario, que implica la devaluación del dinero.

Muchas personas que pasaron su vida ahorrando para la vejez perdieron casi todo. Otros, en cambio, que habían guardado sus ahorros en CUC, los perdieron tras la anulación de su convertibilidad.

Suponiendo que una persona tuviese 3000 CUC en una cuenta bancaria antes del ordenamiento, cuando ello equivalía a 3000 dólares americanos aproximadamente; en la actualidad, esa persona solo tendría 200 dólares —si asumimos la convertibilidad a partir de la tasa antes dicha.

El mercado informal: prohibido, pero tolerado

Es importante precisar que en el mercado informal cubano conviven varias formas de intercambio, entre ellas la venta, el trueque e incluso la donación solidaria, de alimentos, comida, etc; que en muchos casos es auspiciada por la diáspora. Esta última debe ser entendida como una forma de solidaridad que también viene a suplir esas necesidades que el Estado no logra sustentar, aunque en esencia no es parte de este tipo de relaciones mercantiles.

Ante la incapacidad de adquisición de la moneda extranjera, los trabajadores, quienes cobran en pesos cubanos, y las mipymes que también venden en pesos cubanos, deben adquirir la divisa solo en el mercado informal.

Asimismo, productos como los medicamentos, que fueron más o menos garantizados por el Estado hasta 2018 con precios subsidiados, hoy solo se encuentran mayoritariamente en el sector informal. Las farmacias estatales están desabastecidas, y el sector privado tiene prohibido vender medicinas, pero los grupos de venta de medicamentos pululan en plataformas como Telegram a la vista de todo el mundo.

Por tanto, como ocurre con el mercado informal de divisas, podemos hablar de una «prohibición» formal que no se opera en la práctica, ni se persigue por parte del Estado. Patrón que explica Rivera en el caso colombiano, en el que la economía informal avanza ante el «abandono», «incapacidad» o «complicidad» del Estado.

Podemos hablar de una «prohibición» formal que no se opera en la práctica, ni se persigue por parte del Estado.

En el caso de Cuba, no se trata de «crédito» como en Colombia, sino más bien de un proceso de libre mercado primitivo, que se organiza sin un espacio físico necesariamente, puesto que se da de manera dispersa, poco organizada y muchas veces a través de las redes sociales.

Al igual que en el caso de los vendedores de dólares en los años 90, el Estado durante la pandemia criminalizó a quienes participaron en el mercado negro, y arremetió de manera sistemática contra los llamados «coleros y revendedores», personas que hacían las largas colas para comprar módulos que se vendían en moneda nacional o CUC a precios topados, para luego revenderlos en el mercado informal.

En la actualidad existe un sistema de repartición de módulos mucho más eficiente a través de la libreta de abastecimiento que dejó los coleros sin negocio. No obstante, sus productos son tan exiguos que cada vez impactan menos en las economías familiares.

Sin embargo, el ataque a las economías informales depende —y enuncio en la jerga de la burocracia cubana— «de las coyunturas». El Estado es más o menos permisible con el mercado informal, en la medida en que la deriva económica se lo permite. Prueba de ello es su total tolerancia al mercado informal de divisas, que sostiene a la mayoría del sector privado cubano y la venta informal de medicamentos.

El Estado es más o menos permisible con el mercado informal, en la medida en que la deriva económica se lo permite.

Parecieran erráticas las cruzadas del Estado por enfrentar la economía informal, pareciera incluso más una pantalla donde se recrudece el discurso público contra la corrupción, cuando a este se le sale de las manos el control político.

Con la Tarea Ordenamiento, por ejemplo, «la culpa» recayó mediáticamente sobre «los coleros». Cuando el culpable habitual no basta; cuando el bloqueo no justifica todas las aristas de la crisis —y con esto no niego su existencia sino apunto su uso por parte las élites políticas cubanas para evadir sus responsabilidades—, sale a la luz un culpable hecho masa: «el contrarrevolucionario» en el caso del disenso político, y «el malversador» que, en dependencia del tamaño de la crisis, puede estar encerrado en una categoría general: «los coleros», o tener nombre y apellidos: Alejandro Gil. Así se ocultan los problemas estructurales que provocan «la malversación», «el desvío» y «la ineficacia».

Por tanto, la función principal del mercado informal cubano ha sido darles solución a problemáticas —esenciales en la reproducción económica y de la vida— para las cuales las organizaciones y empresas estatales no tienen respuesta —como la escasez de medicamentos o la crisis de liquidez de divisas—, pero que el Estado tampoco quiere resolver mediante la privatización formal —en este caso de farmacias y Casas de Cambio.

La función principal del mercado informal cubano ha sido darles solución a problemáticas para las cuales las organizaciones y empresas estatales no tienen respuesta.

En la práctica podría decirse que se trata de una privatización provisional y no declarada de estos sectores que pudiera ser revertida sin necesidad de nuevas leyes o medidas, cuando el Estado lo considere pertinente.

No obstante, mientras dichos sectores operan en el mercado informal, lo hacen sin ningún tipo de regulación estatal, con múltiples riesgos y efectos nocivos, principalmente para las personas más vulnerabilizadas. Ejemplo de ello son los altos precios de medicamentos en el sector informal —y su dudosa calidad y procedencia— y la subida constante del costo de las divisas que termina alzando todos los precios en los comercios privados, y, por tanto, limitando aún más la capacidad de compra del salario.

***

La diferencia entre lo que plantean Appel y Pérez Rivera en el caso cubano es que afortunadamente no es un país que tenga que enfrentar al crimen organizado. Las violencias llegan desde el Estado y desde el exterior con el sistema capitalista mundial en que nos encontramos insertos como país.

El devenir de las monedas en Cuba encierra violencias estructurales, simbólicas y trasnacionales que se entrelazan en un esquema donde el Estado es castigado en el mercado internacional por su carácter socialista y por poseer una moneda débil, y este, a su vez, aplica medidas relacionadas con la política monetaria dentro de su territorio, que usan la violencia para sostenerse. En el proceso algunos pagan con la cárcel y otros con la pobreza.

8 COMENTARIOS

  1. “Parecieran erráticas las cruzadas del Estado por enfrentar la economía informal, pareciera incluso más una pantalla donde se recrudece el discurso público contra la corrupción, cuando a este se le sale de las manos el control político.”

    Ha sido errático en casi todas las direcciones que ha tomado el gobierno de la Continuidad para intentar encausar la economía después que aceptaron darle el OK a la tarea Ordenamiento, que siendo honesto Raúl en su periodo en el poder nunca dio el atrevido paso, inclusive teniendo vientos más a favor en el periodo de acercamiento o escaramuza con el gobierno de Obama, y es en medio de la pandemia que alguien le convenció, o les convencieron, porque en el anuncio la presencia física de Raúl mostro apoyo, que era el momento oportuno y se acometió un error similar pero a muchísima mayor escala que el represento la Tarea Álvaro Reinoso que pulverizo la prominente industria azucarera acometida por Fidel Castro, así que posterior a ese desastre de planificación y ejecución del “ desordenamiento” que ha transversalizado costos e impactado a toda la sociedad, solo se han tomado oportunidades de intentar parchear el desastre provocado y no salen del fanguero resultante, y lo peor aún es que personalmente no creo tengan hoy capacidad de maniobra, ni el profundo conocimiento e inteligencia como para revertir la quiebra económica en la que han metido a todo el país.

    “En el proceso algunos pagan con la cárcel y otros con la pobreza. “, permítame upgradear al tiempo de hoy su anuncio, en el proceso algunos han pagado con su vida, otros lo sufren en vida y la pobreza no hace más que profundizarse en una sociedad que agoniza, todo ello sin que se vea la luz al final del túnel, o bueno si se ve luz, pero es la del tren que les va a de pasar por encima si no se consigue de alguna manera corregir el rumbo.

    • Entonces ante tal descalabro, que se propone, sin perder la soberanía del país.por quienes nos bloquean para levantar y enrrumbar la economía, y que la gente tenga la calidad de vida que merece, llegar a ser modestamente acomodado.

  2. Entonces ante tal situacion económica, qué solucion.a la crisis economica se propone, siempre que no se venda la soberanía del país, a quienes bloquean , de manera que se salga de los atolladeros y la economía salga a flote y desarrollé de forma que la población tenga , al menos, una calidad de vida «modestamente acomodada».

    • Un país improductivo y obseso con vivir de las geopolíticas nunca será soberano.
      Por demás, el autor es muy ingenuo o vive de manera extremadamente privilegiada si realmente cree que en Cuba no hay crimen organizado.

  3. Un Estado mafioso de principio a fin, dónde el pueblo a sufrido todas las consecuencias de sus experimentos políticos y económicos, dónde el país se ha empobrecido y cada día más,es una bola de nieve que nos viene aplastando y devorando por años,desintegrando Familias y Costumbres de algo que alguna vez se llamó y mereció ser llamada República de Cuba….!

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Lisbeth Moya González
Lisbeth Moya González
Periodista y escritora marxista cubana

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