Vergüenza, histeria y repulsión: la prejuiciosa trieja de la salud menstrual y la higiene femenina

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Cada vez que tengo que escribir un texto sobre mujeres y feminismos entro en un bucle infinito de incomprensión y agotamiento por tener que traer a agenda temas que deberían no ser problemas actuales —como tantos otros—, pero la historia se ha empeñado en que a más de 100 años de la aparición de las compresas Lister´s Towels de Johnson & Johnson, la menstruación, regla, periodo, «tus días o los míos», sean estigmatizados aún, junto a todo lo que concierne a la salud, higiene y sexualidad de quienes nacimos con vagina, útero y ovarios.

El eufemismo de la histeria reunió todas las preocupaciones, incomodidades y dinámicas vinculadas a las mujeres cisgénero como si fuesen de otro planeta; esto terminó por normalizar nuestras actitudes evasivas y las reacciones externas a ellas. Por consiguiente, las compresas terminaron en un rincón del supermercado o farmacia, y cuando íbamos por ellas, era necesario ocultarlas en bolsas para que nadie viera lo que había dentro, como si un paquete fuese nuestra vulva divina. Y luego estaba soportar la vergüenza de mancharnos la saya en la secundaria o el pantalón durante la boda de una amiga, así como no saber qué hacer con la cara de asco de nuestra pareja cuando quedaba ensangrentado durante las relaciones sexuales, y escuchar que estamos sensibles, inestables, irritables…

Menstruar, con suerte, se retrasa unos años, ya avanzada la pubertad; sin embargo, para quienes, como a mí, nos llegó siendo más niñas que mujeres, es medio dramático. Esconderse, no mencionarla, medicarse para los dolores, evadir los deportes y la socialización era lo normal. Sumando, además, el dictamen de «no dejes manosearte, no dejes que ningún hombre se te acerque, porque ya puedes reproducirte». ¡Once años! La mente da un vuelco de 180 grados, cuando además de sentirte un ser despreciable durante cinco días de cada mes, tienes que ser «una señorita» higiénica, bien portada y evitar salir embarazada cuando aún no sabes qué es qué en tu cuerpo.

Menstruar, con suerte, se retrasa unos años, ya avanzada la pubertad; sin embargo, para quienes, como a mí, nos llegó siendo más niñas que mujeres, es medio dramático.

Una íntima Mariposa —almohadilla sanitaria de producción nacional y pésima calidad— reposó ese 19 de mayo de 2007 sobre mi inocente ropa interior. La sensación de tener algo entre las piernas por primera vez fue algo verdaderamente desagradable, a lo que luego se sumó el miedo de que se saliera, o cayera al suelo en algún momento en el que yo estuviera rodeada de personas, que me manchara o se corriera. Si mal no recuerdo, fui la primera de mis amigas del aula en menstruar y la primera de las dos primas menores.

No tenía referentes; no sabía muy bien qué hacer. Mi abuela es ginecobstetra y a pesar de ello creo que en mi familia nunca me explicaron bien las cosas. Los dolores, la pesadez: «todo es normal», me decían. Mi libertad y actitud ante la menstruación vino posteriormente, de un aprendizaje que llevó años. Cuando pude ganar mi dinero decidí no utilizar más las almohadillas sanitarias de producción nacional, y comencé a adquirirlas a elevados precios en las tiendas. Si un salario promedio en aquel entonces era de 450 pesos, los paquetes de 8 almohadillas estaban cerca de los 50 pesos cubanos y las de la farmacia a 2.40 pesos, aproximadamente. Podía darme el lujo, pero en el caso de amistades cercanas con hijos, con otras responsabilidades o mayor flujo de sangrado, no les era rentable.

En octubre de 2023 fue inaugurada la exposición Flow: The Exhibition on Menstruation en el Museo de las Culturas Europeas de Berlín, que resume el debate alrededor de la pobreza menstrual, la atención, la información y el camino hacia la dignidad del periodo. La muestra pone en cuestión las deficiencias en las investigaciones alrededor de la menstruación y todas las limitaciones en torno a esta que impiden a las mujeres tener un vínculo saludable y digno con los procesos hormonales, reproductivos y con su cuerpo.

La menstruación puede asumirse con rechazo o verse reivindicada como parte de la identidad. Asimismo, hay quienes pueden someterse a tratamientos para detenerla o regularla. El debate también concierne a hombres trans y las personas no binaries que menstrúan normalmente, hasta tanto no estén en una etapa avanzada del tratamiento de sustitución hormonal con testosterona.

El debate también concierne a hombres trans y las personas no binaries que menstrúan normalmente.

Las tres o cuatro semanas que corresponden al ciclo menstrual tienen particularidades que inciden sobre nuestro cuerpo y estados de ánimos. Lo primordial es acudir a especialistas ante cualquier duda y no dar por sentado que todo lo que ocurre es normal. Sin embargo, debemos reconciliarnos con olores, flujos y algunas emociones inevitables que forman parte del ciclo. Así como con el ensanchamiento del útero, el endurecimiento y distención de los pechos, y las altas y bajas de la libido.

¿Cómo entienden las mujeres cubanas su salud menstrual?

Para describir el contexto cubano actual alrededor de la menstruación se realizó una pequeña encuesta en la que se levantaron datos de 87 mujeres, entre los 17 y 51 años, que actualmente viven en Cuba. Los resultados, en general, no fueron novedosos; sin embargo, fue una manera de confirmar lo que es conocido ya. Además, se realizaron entrevistas a trabajadoras de farmacias en los municipios Diez de Octubre y Plaza de la Revolución; asimismo, se conversó con personal sanitario.

En las entrevistas realizadas —en 2023— quedó como denominador común el retraso en la entrega de almohadillas sanitarias. Cada mes se venden las íntimas de producción nacional en toda la red de farmacias, pero en lo que va de año y hasta el mes de octubre, las trabajadoras de la farmacia del municipio Plaza de la Revolución, comentan que solo han entrado dos vueltas. ¿Acaso las personas menstruantes tienen el poder de retrasar su ciclo de acuerdo con la distribución de las compresas?

¿Acaso las personas menstruantes tienen el poder de retrasar su ciclo de acuerdo con la distribución de las compresas?

El 80% de las mujeres encuestadas utiliza almohadillas sanitarias como protección durante el periodo menstrual; mientras que en menor medida señalaron los tampones y menos significativa la copa menstrual —solo indicada por dos encuestadas.

Entre los lugares para adquirir estos productos de higiene femenina quedaron en primer lugar las tiendas en moneda libremente convertible (perfumerías de hoteles, farmacias internacionales o supermercados); en segundo lugar, el mercado informal y puntos de ventas privados (reventa o de importación privada); y la farmacia estatal quedó relegada a un tercer puesto. Otras maneras de adquirir productos para contener el sangrado son a través de donaciones y envíos de familiares en el exterior.

En su mayoría destacan que tienen a acceso a información profesional sobre la menstruación y las fuentes principales son las redes sociales y los profesionales de la salud.

Por último, las encuestadas respondieron una pregunta acerca de la cultura de la salud sexual y ginecológica. Las respuestas entre acudir o no al especialista en Ginecología estuvo balanceada; lamentablemente en el país no es muy común que las mujeres visiten espontáneamente a este especialista luego de tener relaciones sexuales. Desde el área de salud hacen una citación, pero muchas no acuden para realizarse los exámenes de citología. Las razones principales de esa creencia negativa son: «no me gusta», «no lo creo necesario sino aparecen síntomas de alarma o molestias», «falta de tiempo e interés», «no hay condiciones higiénicas ni personal adecuado para ello» y «no hay cultura de revisarse periódicamente, aunque por sistema de salud es obligatoria la prueba citológica». Mientras que las que sí visitan al ginecólogo lo hacen porque en el área de salud, el personal médico y las enfermeras se preocupan; tienen antecedentes de infecciones vaginales recurrentes y otras patologías; o por prevención y revisión rutinaria.

El ciclo de la marea roja

Hace muchos años —no sé de dónde saqué el referente— llamo a la menstruación «marea roja»; y la marea es un fenómeno periódico. No digo que la disfrute, pero he aprendido a aceptar mi cuerpo y sus ciclos, y sobre todas las cosas, «sufrir» el premenstrual lo menos posible.

Hoy posiblemente cerca de 300 millones mujeres estén menstruando en el mundo, pero la sociedad no está diseñada para que todas podamos tener acceso a productos menstruales, ni las instalaciones laborales, estudiantiles, entre otras, están previstas para recibir a mujeres menstruando.

Hay sociedades más empobrecidas que la cubana. Pero ¿cuántas veces fuimos al baño a cambiarnos, lavarnos las manos o enjuagar alguna prenda manchada y no había agua? En la secundaria, mis compañeras de aula tenían que abandonar las clases e ir a sus casas a cambiarse; y los días en que descendían levemente las temperaturas, con suerte tenían un abrigo a mano para amarrarse a la cintura y disimular en caso de mancharse. Nunca tuvimos acceso a materiales de higiene, ni a jabón, ni a un botiquín para adquirir medicamentos o calmantes; ni siquiera la sensibilidad de comprender cuán molesta podría ser una dolencia de «estómago» cuando en realidad era la menstruación, pero decirlo en voz alta era vergonzoso.

Nunca tuvimos acceso a materiales de higiene, ni a jabón, ni a un botiquín para adquirir medicamentos o calmantes.

No somos ni histéricas ni pesadas. Las personas nacidas con vulva y ovarios entramos en un ciclo donde merecemos comprender que se trata de un proceso normal, el cual también podemos decidir detener bajo la responsabilidad individual con tratamientos hormonales. Es preciso tomar conciencia de que visitar a los especialistas en ginecología es necesario, sobre todo luego de la primera relación sexual para acudir a tratamientos profilácticos, realizar exámenes de citología, seleccionar el método anticonceptivo que más se ajuste a nuestras necesidades y objetivos y recopilar información sobre todos los temas que conciernen a los genitales femeninos.

Por último, la meta es que todas las mujeres se encaminen hacia el empoderamiento de su cuerpo, para que puedan y sepan expresar sus necesidades e inquietudes sobre su sexualidad, ciclos hormonales y menstruales. De esta manera sabremos exigir que en las instituciones se respete el acceso a materiales de calidad para contener el sangrado, que haya instalaciones sanitarias correctas, y que la entrega de almohadillas y algodón sea en el periodo estipulado. Asimismo, es necesaria la diversificación y educación acerca de otros métodos, que se diversifique la venta de estos y que la Federación de Mujeres Cubanas atienda con celo los precios y el acceso a materiales de higiene íntima femenina.

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Rita Karo
Rita Karo
Periodista cubana

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